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White·Devil: No entiendo a mis contemporáneos. No entiendo a mis semejantes...

25.7.10

Lilly



Lilly era la estrella de San Francisco. La conocían en todas partes por su talento en el baile. Sin embargo ella era humilde, pero le gustaba ver cómo la gente se giraba al verla pasar y admiraban cada uno de sus pasos.

Se sintió especial cuando entró en su bar de siempre y vió cómo todos la miraban al pasar. Se sentó en su mesa de siempre y el camarero le trajo automáticamente lo mismo de siempre. Le gustaba ese lugar, estaba al lado de una ventana, en una quinta planta, con vistas al resto de la ciudad. Lilly sabía que en la dirección en la que miraba estaba su antigua ciudad, aunque a miles de kilómetros.

Solía pasar ahí las mañanas, desayunaba relativamente pronto, y los días que no tenía que hacer nada los dedicaba a pasear, sola, sin rumbo, admirando las calles y las fachadas de las casas, pensando nombres para las estrellas. Luego a la noche iba a la colina de siempre, en las afueras de la ciudad, y contemplaba las estrellas con aquel joven desconocido a quien nunca había visto de día. Cuando se quedaba dormida en esa colina, despertaba sola, pero siempre con una carta de despedida del joven misterioso a su lado.

Pero ese día fue diferente. Alguien pasó frente a las personas del bar que aún estaban cegados por los andares de Lilly, y se sentó frente a ella. Lilly, desconcertada por ese extraño que se le había acercado, pero que extrañamente le resultaba familiar, tartamudeó en un intento de hablar.- Shh- dijo él- No hace falta que me eches, Lilly, sé que no debería estar aquí. Simplemente he venido a traerte esta invitación, y espero que la aceptes. Siento todo lo que has pasado, y un día te lo explicaré. Hasta pronto- Y se fue. Tal como vino. Lilly estaba aún paralizada, no sabía quién era ese hombre. Inspeccionó el sobre que tenía en las manos y se decidió por fin a abrirlo.

Srta. Lilly Vermere, está Vd. invitada a nuestra boda. Esperamos su presencia en la iglesia. Un saludo de Sara Lewis y Darach Vermere.

Cinco plantas más abajo, Darach cruzaba la plaza, con los ojos de Lilly clavados en su espalda desde la ventana.

KFU

1 comentario:

Regaladme palabras.

Asco de vida!