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White·Devil: No entiendo a mis contemporáneos. No entiendo a mis semejantes...

8.8.10

Llantos de un hombre V; Aclaración de un homicidio.



Muchas veces he pensado en si fue acertada o no mi obra, si ella lo merecía, si yo debí hacerlo. Finalmente llegué a la siguiente conclusión: Iba a morir algún día, y yo por cada punzada de dolor que me produjo en el corazón, le resté una semana de vida.

Teniendo en cuenta que llevábamos juntas 16 años, que esto empezó rondando yo los diez, y que mínimamente tres veces a la semana me produjo cerca de 10 punzadas por día, el resultado del dolor que me provocó en el pecho fueron 8640 punzadas que equivalían a 1234 semanas, 308 meses, lo equivalente a 25 años y tres cuartos. Teniendo en cuenta que las mujeres suelen vivir 80 años, menos 25 son 55, pero mi madre tenía 45, 10 años de vida le resté por engañarme a mi y a mi padre desde el mismo día en que nací, que fueron 10 años más los 6 de discusiones, como los inteligentes y apuestos hombres que hay en la comisaría habréis comprobado, da dieciséis, mi edad, y absolutamente todos los cálculos son correctos.

Ahí os dejo, pues, la comprobación de que motivos no me faltaban, ya que vosotros, hoy en día, a las mujeres las protegéis más que a nadie, sean o no culpables. Sé que lo que queréis saber es el paradero de su cuerpo inerte, pero antes, quiero contaros cómo fue.

Ella vino a casa de madrugada, como siempre teniendo ganas de bronca, claro está, nos despertó a los dos, nos reunió en el salón y comenzó la batalla. Gritó, insultó, dijo todo lo que le vino en gana. Mi padre solo podía llorar, es un hombre bueno, y la amaba. Entonces vi alzar la mano. Su mano. En dirección a mi padre. Llevaba ya seis años aguantando esta continua tortura y decidí pararle los pies, ya que vosotros no hacéis nada.

Cogí la barra de acero de la chimenea y le golpeé en la cabeza tan fuerte como pude. Pero gracias a dios no la maté, pude hacerle disfrutar de una lenta y dolorosa muerte. Llevé su cuerpo semiinconsciente a un lugar cuyo nombre no daré. Y ahí estaba ella, tendida en el suelo, sin poder moverse, mientras la sangre empañaba mi alma. Aproveché su debilidad para comenzar mi tortura.

Primero, con el cuchillo del pescado comencé a cortarle los dedos. Uno a uno. Sin prisa. Y ella lloraba, claro que lloraba. Los dedos podréis encontrarlos en los lugares que fueron sus favoritos. Buscad, buscad.

Después utilicé el cuchillo más grande que encontré en mi humilde cocina y le corté brazos y piernas desde el codo y la rodilla. Estos, podéis encontrarlos en los puertos pesqueros de los que siempre me habló y en los que siempre esperaba a su amante. Seguid buscando.

Después utilicé las sierras mecánicas de podar los árboles del jardín, para cortarle brazos y piernas. Cuando hice esto creía que ella ya había muerto. Pero la hija de puta seguía viva. Lo que quedaba de sus extremidades está en diferentes sitios de interés turístico, donde tantas peleas a la luz del día me hizo soportar. No os preocupéis, soy buena escondiendo cosas, solo lo encontraréis si buscáis bien. Es solo un juego.

Por último, con el hacha le corté la cabeza. El tronco lo enterré en un parque natural, buscadlo. Y la cabeza... La cabeza está en vuestra misma comisaría, agentes. Y bien, ¿no queríais saber el paradero de su cadáver? Ya lo sabéis, ahora, buena suerte en la búsqueda.
Sin cadáver, no hay pruebas de asesinato.

KFU


2 comentarios:

  1. Buscad, buscad...

    DIOS, xDDDDDD
    Está tan bien planificado, tan perfectamente cronometrado...me encanta! *-*
    Es bestial, y definitivamente esa tía mola una barbaridad, xD
    Estás segura que no quieres ser psicópata de mayor? Se te da genial *-*

    Yo me retiraba del cuerpo de policía...

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