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White·Devil: No entiendo a mis contemporáneos. No entiendo a mis semejantes...

11.8.10

Coincidencias.



Él lloraba. En una noche tan hermosa como esa, Lilly fue a buscar consuelo en la dulce voz que la hipnotizó desde el momento en que la escuchó por primera vez, pero él lloraba. Quizás necesitaba un consuelo que ella no podía darle. Pero no iba a dejarse vencer por la vergüenza a cometer un error con aquel extraño.

Se acercó a él sin hablar y le abrazó virtiendo en su alma toda la felicidad que le quedaba después de un día tan extraño. Sintió cómo se quedaba a solas con sus penas mientras le daba calor con sus brazos. Pero eso no le importaba. En ella había crecido un sentimiento especial por ese extraño chico a quien nunca había visto de día.

Entonces él sonrió mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas y mojaban los hombros de Lilly.

-Gracias.
-¿Todo bien?
-Ahora mejor.
-¿Quieres hablar?
-Sabes, es horrible perder a alguien. Lo sabes tan bien como yo. Pero nunca había creído que un engaño como el que he pasado dolería más que la propia muerte. Hace tiempo que vivo solo. Mis padres murieron hace tiempo, no llegué a conocerlos, tampoco me importó. Vivía con mi hermana mayor. Pero un día dejó una nota en la encimera, decía que volvería a la noche. Pero nunca volvió. Dijeron que había sido raptada. Al pasar tantos años, aprendí a estar solo y a echarla de menos en las noches más frías. Entonces te conocí. Con tu alegría permanente y tu pesar en la mirada. La melancolía que esconden tus ojos y la felicidad que hay tras tu sonrisa. Dejé de temer las noches frías porque empecé a pasarlas contigo. Todo era perfecto porque descubrí hace tiempo que tú eres la chica de mis noches y mis sueños. A pesar de ello, la felicidad me ha jugado una mala pasada. Hoy, mientras desayunaba, una chica se acercó a mí. Me pidió perdón, me dio una carta y se fue. No entendí qué pasaba hasta que abrí el sobre. Mi hermana desaparecida me invita a su boda, y yo no se hacer nada más que llorar y quedarme embobado mirando la nota en vez de salir corriendo tras ella. Pero, sin embargo te recordé, más intensamente. El hombre con el que se casa tiene el mismo nombre que tu hermano.

Lilly enmudeció. Al recuperar la compostura le enseñó la carta que Darach le había dado a ella. Los dos estaban invitados a la misma boda, los dos extraños, amigos, lo dos chicos que desconocían el nombre del otro compartían el mismo pasado y el mismo destino. Esa noche fue más larga que de costumbre, más hermosa, quedaron hablando hasta que apareció el alba, contando, intentando entender, ninguno de los dos desapareció a la luz del día por miedo a ser visto por el otro. No, los dos tumbados, uno junto a otro, vieron ascender el sol por la ladera de la colina e iluminar los ojos de ambos. Entonces, por primera vez, pudieron ponerle cara a la persona con la que habían soñado.

-Marc, encantado.
-Lilly.

KFU

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