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White·Devil: No entiendo a mis contemporáneos. No entiendo a mis semejantes...

5.12.10

Night falls 5



La mujer hablaba en un tono dulce y pausado, mirando de reojo y dedicando ligeras sonrisas. Ella la miraba desde la profundidad de sus ojos azules, y observaba la iluminación de las velas bailar sobre su pelo, mientras ella le contaba una historia. La mujer que le hablaba con aires de juventud, le doblaba la edad. Su pelo dorado destellaba al reflejo de la tenue luz, y sus ojos azules reflejaban calma. Cualquiera diría que estaba relatando su propia historia.
Pero la niña de su narración tenía los ojos verdes.

"Una, tan callada y tímida, siempre observando a la gente y con una gran sonrisa pocas veces vista, trazando las líneas de las baldosas con la mirada mientras sus pantalones oscuros se deslizaban por las viejas tablas y, de repente, se sentaba en un taburete a contemplar a su hermana. Otra, siempre alegre y llena de vitalidad, bailando al compás de la música de una radio antigua y moviendo su falda de colores hacia todos los lados posibles, siendo sin quererlo el alma de la fiesta. Tan diferentes que no podían vivir la una sin la otra. Polos completamente opuestos, atrayéndose entre sí, y creando las mejores amigas, además de las mejores hermanas. Siempre dispuestas a ayudarse y contemplarse con asombro y dulzura. Joder, nena, ¡si hasta físicamente eran completamente distintas!. Pero siempre estaban juntas. Siempre. Y su madre las observaba jugar, e ir caminando de la mano a dondequiera que fueran. Y las echaba de menos cada vez que salían por esa puerta. Y lloraba por dentro cuando las veía volver."

La chica miró sorprendida a la mujer rubia. Numerosos recuerdos prácticamente volátiles asomaron por su mente. Una memoria destrozada de las manos de una niña encharcadas en sangre, barro y lluvia. Miró caer el agua por la ventana de la vieja taberna.

"Hasta que salieron a jugar en la lluvia, nena. Salieron a jugar en la lluvia y sólo una regresó. Con la mirada perdida y amargas lágrimas resbalándole por la cara. Con barro en el cuerpo y sangre en las manos. Abrió las puertas mientras a su espalda relampagueaban los rayos. Toda la gente de la taberna la miró, ella no dijo ni una palabra. Me miró. "Yo no he sido, mamá." Y se dió la vuelta mientras llovía. Y cogió el camino hacia las afueras, meciéndose con el viento, sin dirección alguna. Yo no reaccioné hasta que ya era demasiado tarde. Mi pequeña había desaparecido en la noche. Y nunca volvió."

-Lo siento, mamá.

KFU

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