
Nina se había dedicado a destrozar su habitación durante la noche. Había volcado cajones y despedazado espejos, y había llorado, y gritado, pero ella dormía profundamente. Nina odiaba que fuera tan difícil despertarla. Necesitaba hablar con ella, pero no se atrevía a tocarla por si desaparecía. Las manos malditas de una niña maldita. Nina pensaba que el decir de la gente era sabio, y por más que ella le repitiera que nunca iba a dejarla sola, nunca se atrevió a rozarla.
Ella se irguió en la cama y apoyó la espalda contra el cabecero. Se quedó mirando las pisadas de sangre que Nina había dejado en el suelo. Se levantó y barrió los cristales rotos, se quedó quieta ante tal inmenso desorden. Se sentó en la colcha y golpeó la cama con la mano suavemente, mirando a Nina. Nina sonrió y corrió a sentarse donde ella le indicaba. "Te curaré esas heridas".
-Oye...-dijo Nina- ¿No llegas tarde a ningún sitio?
Ella la miró y sonrió. En cinco minutos cogería su gabardina negra y su rosa y se encaminaría al cementerio. Para dejar la flor en el lugar adecuado a las once menos diez.
KFU
Me encanta:)
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