
Las mujeres agitaban sus vestidos de charlestón al ritmo del viento de la madrugada, mientras los hombres con sombrero y paraguas les tendían la mano enfundadas en blancos guantes. Una carroza negra arrastrada por blancos caballos pasó a mi lado. No vi más que una mano apartando una cortina granate y unos ojos grises mirarme.
Caminé sin rumbo admirando cada detalle de algo tan maravilloso que a la mañana desaparecería. Tanta magia en el aire y un sonido tan melódico retumbando en las entrañas de algún viejo bar, mientras buscaba unos ojos de mujer donde poder pedir asilo. Cuando llegué a un lugar atrayente, cuyas puertas plateadas y cortinas moradas me invitaban a pasar. Entre la bruma vi aparcada la carroza negra. Boulevard de High Street.
Abrí las cortinas y comenzó el show. Mientras caminaba hacia una esquina a observar el ambiente, noté cómo unos ojos me acariciaban la espalda.
KFU
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