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White·Devil: No entiendo a mis contemporáneos. No entiendo a mis semejantes...

22.11.10

Miedo.



Unas manos me acariciaban la espalda mientras yo yacía tumbado bocabajo en un tablón de madera. Los dedos de un ángel se deslizaban por mis piernas y me acariciaban la piel. Aun así sentía un terror incontrolable y unas ganas de gritar ahogadas con mis propias lágrimas. Noté un dolor profundo que me perforaba la palma de la mano con un clavo ardiendo y me la aprisionaba contra la madera. Sentí como, una a una, mis extremidades dejaban de tener movilidad, mientras mi mente colapsada intentaba adivinar qué ocurría. Una ligera presión apareció sobre mi espalda, intenté girar la cabeza.

Ahí estaba ella, mi temible y adorada felina, con cuerpo de mujer escultural y colmillos de bestia, sentada sobre mi espalda, sosteniendo un cuchillo por encima de su cabeza, y poco a poco, dejándolo caer sobre mi médula. El terror se apoderó de mí. En un desesperado intento por salvar la vida, grité, pero no logré hacer ningún ruido. Lloré mientras el cuchillo se acercaba más y más a mi cuello.

Me desperté sobresaltado y bañado en sudor. En la oscuridad de mi habitación vi centellear dos verdes ojos que me observaban. Temiendo que la pesadilla todavía no hubiese acabado, encendí la luz. Los ojos habían desaparecido en la profundidad de la noche mientras unos ligerísimos pasos se alejaban de mi cabaña. Me asomé a la ventana y vi cómo iban apareciendo unas pisadas que cada vez se adentraban más en la espesura del bosque. Pero eran producidas por el mismísimo aire. Allí no había nadie caminando.

KFU

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